En un atractivo encuentro protagonizado en Belvedere por la undécima fecha del Apertura, Liverpool y Peñarol empataron 2-2, lo que significó la segunda pérdida de los mirasoles, que continuarán liderando el Apertura en el que han ganado nueve partidos y empatado dos.

Los carboneros empezaron ganando con un golazo del argentino Leonardo Sequeira cuando sólo iban ocho minutos de juego, pero Liverpool lo empató casi de inmediato con un gol de Kevin Amaro, y con la misma premura lo pasó a ganar con anotación de Jean Pierre Rosso. Recién al final del partido, después de varios intentos, llegó el empate aurinegro a través de Maximiliano Silvera.

Fue un partido muy interesante, por momentos trepidante. Por mucho rato pareció que se lo quedaría Liverpool, pero la intensidad y la energía de Peñarol hicieron posible ese empate final que podría permitir a sus perseguidores descontar la buena ventaja que tiene el equipo de Diego Aguirre.

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Foto: Alessandro Maradei

Campeonato de los barrios

El fútbol en los barrios tiene algo especial, único e irrepetible. No importa si es el domingo a las 15.30, un sábado de noche o un viernes, en plena jornada laboral a las 15.00, la magia siempre está. Hay algo, indefinido pero cierto, que potencia a los protagonistas.

Liverpool planteó el partido y lo empezó a jugar como si fuera el equipo del año pasado, como si fuera el campeón uruguayo, pero, sin embargo, a los ocho minutos, un remate muy bien ubicado del argentino Leonardo Sequeira generó el primer gol del partido.

La pelota la robaron en media cancha, rápidamente fue jugada hacia adelante un poco antes de la media luna. El argentino, que estaba de espaldas, roló y sacó un remate al ángulo para vencer de manera inapelable a Gastón Guruceaga.

El fútbol es así. Liverpool se había plantado de muy buena manera y estaba tratando de trabajar el partido, pero sin embargo en la primera que tuvo Peñarol llegó el gol que abría el marcador.

Sólo dos minutos después el local impuso su condición y llegó a un rápido empate a través de una pelota que Luciano Rodríguez pudo mover de lado a lado. Lateralizaron para el joven Kevin Amaro, que, trepando desde el fondo de su campo, enganchó desde la derecha hacia la izquierda y sacó un remate que, después de dar en Guzmán Rodríguez, se incrustó en el arco de Guillermo de Amores. 1-1 y a otra cosa.

En esos pequeñísimos muestreos de cómo podía ser el partido, Liverpool volvió a tomar el dominio del juego y consiguió el segundo gol a los 16 minutos, después de dos ataques consecutivos, que entre Guillermo de Amores y el travesaño habían evitado que se transformaran en el segundo de los de La Cuchilla. Finalmente pudo llegar después del último rebote el zurdazo de Jean Pierre Rosso, que, después de picar, se incrustó en el arco mirasol.

Agustín Cayetano, de Liverpool, y Leonardo Fernández, de Peñarol.

Agustín Cayetano, de Liverpool, y Leonardo Fernández, de Peñarol.

Foto: Alessandro Maradei

Mucha energía

Luciano Rodríguez, ese futbolista tan joven como determinante y con inmensa proyección, fue absolutamente fundamental en las escenas de juego de los primeros 20 minutos y de la generación de peligro del equipo dirigido por Emiliano Alfaro.

Se armó un partidazo en esa instancia de ataques, goles y buenas acciones, y Liverpool estuvo cerca de anotar un tercer gol, que no hubiese sido definitivo, pero pudo haber marcado el destino del partido. Peñarol reaccionó de buena manera porque intentó llegar al empate y, en algún momento, copó el campo del adversario.

En el segundo tiempo, al inicio mismo de las acciones, Diego García se internó en el área, definió cruzado y estuvo literalmente a centímetros de anotar el tercero, dado que la pelota dio en la base del caño y recorrió toda la línea para finalmente ser barrida hacia afuera.

Para el complemento -cosa poco usual-, Diego Aguirre realizó tres cambios y entre ellos uno para un puesto que nunca ocupa de esa forma, dado que Leo Coelho ingresó más adelante de su demarcación habitual y jugó como eje central en el lugar de Damián García. Además, por los laterales entraron Pedro Milán y Lucas Hernández.

Peñarol ganó en preponderancia en el juego y ello llevó a un mayor dominio de la pelota en el campo contrario y a aciertos en su faceta desequilibrante de Leo Fernández.

Asimismo, generó muchos espacios que quedaron al descubierto para los potenciales contragolpes de Liverpool. Como no tuvo resultado inmediato, a los 15 minutos Diego Aguirre realizó otra variante y dio ingreso al determinante fraybentino Gastón Ramírez, pasando nuevamente a jugar con línea de cuatro.

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Foto: Alessandro Maradei

Cambios que cambian

Los cambios, el posicionamiento y el empuje y acierto de los futbolistas aurinegros hicieron que el juego pasara a ser casi completamente en el campo de Liverpool, que quedó restringido a defender y a que sus centrales acertaran en cada intervención.

Fue un momento del tiempo en que los y las baqueanas de la visualización de estas contiendas sentían, con el corazón a mil o estrujado por la angustia, que habría un nuevo grito de gol, y lo hubo.

Peñarol insistió e insistió hasta que, finalmente, a los 89 minutos, logró el buscado empate a través de un ingreso por el segundo caño de Maximiliano Silvera, quien unos minutos antes había realizado el mismo movimiento y la pelota también había terminado contra las redes. Sin embargo, una posición adelantada marcada por el asistente y convalidada por el VAR no había permitido que el gol subiese al marcador.

Después quedaron unos minutos con fuerzas apocadas para los dos lados, pero las ganas intactas para intentar cambiar algo que no cambiaría.

Peñarol salvó un punto que al final del campeonato le puede resultar determinante.