El proyecto inmobiliario que busca instalar 29 edificios en Punta Ballena generó conmoción a nivel social durante los últimos meses. A diferentes ojos, diferentes han sido las alertas por los impactos que podría ocasionar.

Por ejemplo, la construcción podría dañar nada más y nada menos que un territorio clave para el estudio de la historia de nuestro planeta, según dice Mauricio Faraone, geólogo que trabaja como técnico en la Dirección Nacional de Minería y Geología (Dinamige) y que está elaborando el Inventario del Patrimonio Geológico del Uruguay junto con otros colegas. En Punta Ballena, muestra a la diaria las milonitas, las preciosas rocas que pueden verse con claridad en el lugar y que más adelante contará que tienen millones de años.

“El sitio tiene relevancia internacional porque nos permite poder reconstruir las antiguas piezas del puzle que en su momento estaban encastradas para formar el supercontinente Gondwana. Lo que tenemos acá, en nuestro país, en Punta Ballena, nos permite dilucidar cómo se desarrolló”, dice el geólogo. En concreto, las rocas de Punta Ballena pueden servir para interpretar la evolución del Ciclo Orogénico Brasiliano –proceso de formación de montañas que ocurre como consecuencia de la colisión de diferentes fragmentos continentales hace más de 560 millones de años–. Faraone menciona además que es un sitio de interés geológico internacional por su alto valor científico, dado por la representatividad del evento, su rareza, su estado de conservación y por su valor educativo y turístico. “Es un lugar que llama la atención por su espectacularidad, su belleza, lo escénico”, comenta sobre el único acantilado rocoso de nuestra costa, para enseguida añadir que este es un caso paradigmático de que “a la gente le gusta la geología, sólo que no lo sabe”.

El técnico de la Dinamige asegura que los impactos que tendrá el proyecto serán “negativos e irreversibles” tanto en la “biodiversidad, como en la geodiversidad”. Recuerda que se retirarán 77.000 metros cúbicos de roca. Para lograrlo, según se detalla en el Informe Ambiental Resumen que presentaron los proponentes ante el Ministerio de Ambiente, no descartan el uso de explosivos. Ante esto Faraone expresa que se podría perder la “integridad” del sitio y afectaría “un área muy sensible, que son las grutas”. Indica que este último punto “no está estudiado a profundidad” en el informe. A su vez, se pregunta: “¿Qué van a hacer cuando extraigan los 77.000 metros cúbicos de material?, ¿dónde los van a disponer para evitar que caigan en la costa?, ¿por qué no han consultado a Dinamige?”.

Por estas y otras razones, apoya “la petición para que se declare a Punta Ballena como Área Natural Protegida, bajo la categoría de Monumento Natural por sus dimensiones, que son aproximadamente 19 hectáreas”. “Para hacernos una idea, es similar a las 17 hectáreas que tiene Grutas del Palacio, sitio que ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas bajo esta categoría”, plantea. Como si fuera poco, destaca que Punta Ballena será uno de los cinco sitios destacados por su importancia en una publicación de la Asociación de Servicios de Geología y Minería Iberoamericanos que se conocerá en octubre con motivo del Día Internacional de la Geodiversidad. Mientras cae la tarde del lunes de la audiencia, el geólogo comenta que varios expertos en geoconservación del exterior comparten su fascinación por el sitio.

Chicaneo en la audiencia pública

Hace una semana tuvo lugar la audiencia pública convocada por el Ministerio de Ambiente en la que se discutió el proyecto inmobiliario. La sala del Hotel del Lago se encontraba repleta de personas y fueron varios los vecinos y académicos que se hicieron escuchar. Por otro lado, también estaban presentes delegados de la consultora privada que realizó el Estudio de Impacto Ambiental a raíz de la solicitud de los proponentes. Quien tomó la palabra en representación de estos últimos fue el ingeniero Carlos de María. Una de sus primeras afirmaciones fue que Punta Ballena no cuenta con “ningún tipo de figura de conservación de la biodiversidad”, si bien citó diferentes estudios que demuestran el gran número de especies prioritarias para la conservación que habitan el lugar.

Durante la presentación de la iniciativa, el ingeniero dijo que las áreas críticas que delimitaron –es decir, en las que se debía tener mayor cuidado– “no coincidían con las áreas críticas que la academia entiende”. “No logramos encontrar la fuente, no fue presentado con una metodología que permita evaluar o reproducirlo, no lo encontramos. Refiere a un trabajo, buscamos en esa referencia, no encontramos ninguna referencia de mapas de áreas críticas y no encontramos ninguna metodología”, señaló el representante de los privados sobre un mapa que diseñó la academia donde se muestra la afectación que podrían causar las construcciones sobre las especies.

Punta Ballena, el 29 de abril.

Punta Ballena, el 29 de abril.

Foto: Camilo dos Santos

Asimismo, manifestó que “la ejecución del proyecto con las medidas previstas se entiende que ofrece mayores garantías para la conservación de la vegetación singular de Punta Ballena. El proyecto prevé un plan de gestión ambiental para la obra y un plan de gestión ecológica. No hay hasta ahora un plan de gestión ecológica definido para Punta Ballena. Este plan de gestión ecológica comprende un rescate de especies”. Sobre esto último, afirmó que se buscar rescatar especies “porque no se las quiere perder”, y se refierió a las críticas que sostienen que tal plan de remoción y posterior recolocación de las especies no sería viable allí. “Hay evidencia de la academia, busquen, lean. Si quieren, les pasamos después el contacto. Hay estudios técnicos que han probado hacer extracción de plantas y revegetación”, afirmó desafiante.

Buscamos, leemos, investigamos

Patricia Mai es docente de Botánica de la Licenciatura de Diseño de Paisaje y de la Licenciatura de Gestión Ambiental del Centro Universitario Regional Este de la Universidad de la República. Ella realizó numerosas investigaciones donde se destaca el valor ecosistémico de Punta Ballena. Uno de sus publicaciones más recientes se tituló precisamente Plantas vasculares de Punta Ballena: conjunto de datos para la conservación de un hotspot en peligro de Uruguay. Allí se determina que la zona alberga 427 especies vegetales que representan el 15% de las especies del país. Dentro de ellas se encuentran cinco especies vulnerables y una especie en peligro de extinción a nivel internacional, 33 especies prioritarias para la conservación a nivel nacional y numerosos endemismos locales, nacionales y regionales. Esta última característica quiere decir que las especies únicamente se encuentran en estos territorios y, de llevarse adelante la iniciativa, desaparecerían. “Fue un estudio detallado, replicable, porque están las muestras de herbario. El estudio de todas estas muestras de muchos años es lo que llevó al mapa de vegetación que les faltó saber de dónde vino”, respondió en la audiencia pública, en referencia a la mención que realizó Di María.

“Cuando decimos 427 especies en aproximadamente 20 hectáreas es una cifra muy alta. Además, se da en un lugar donde las condiciones no son las mejores porque es un ambiente de alto estrés. ¿Qué es lo que tienen las plantas que pueden vivir en este lugar y que llegan a ser tantas? Tienen estructuras particulares y adaptaciones a este ambiente. Algunas tienen adaptaciones a la salinidad, otras a las rocas y presentan estructuras subterráneas muy especializadas. Extraer una planta que tiene una estructura en grietas de roca es casi imposible. Hacerla con el número de especies que hay en este lugar no es posible. Por eso consideramos que la respuesta no es compartible y tampoco está fundamentada por ningún estudio que sea real”, explica Mai.

A su vez, dijo que ella colaboró en la investigación que hizo referencia Di María sobre revegetación. “Se seleccionaron algunas especies para ver de qué manera podrían reproducirse para ser integradas a complejos urbanísticos para aumentar la diversidad en ciudades, pero no es una manera de rescatar la flora de un lugar. El estudio se hizo con diez especies, no con 400”, enfatizó. La investigadora remarcó que Punta Ballena “tiene especies únicas que, si el proyecto se desarrolla, desaparecen en el mundo, porque el lugar en el que están es aquí”. Al mismo tiempo, resaltó que es relevante que se tomen decisiones que “garanticen la conservación” del sitio. “Hoy en día Punta Ballena está conservando mucho más que algunas áreas protegidas sin serlo”, apuntó.

Punta Ballena, el 29 de abril.

Punta Ballena, el 29 de abril.

Foto: Camilo dos Santos

Aprovechar la atención y dar un mensaje

“Punta Ballena es un lugar icónico. Si no podemos parar este proyecto, no vamos a parar nada en ningún lado”, dice Nicolás Chacón, integrante de la Red Unión de la Costa, a la diaria. “El Ministerio de Ambiente tiene una oportunidad. En temas costeros no se ha considerado lo que ha pasado en audiencias públicas y nunca se ha fallado en contra de ningún proyecto hasta ahora. Nos parece que tiene la oportunidad de marcar un antes y un después. Acá no sólo está la oportunidad, sino que el debate está en la opinión pública”, resalta. Enseguida, pone sobre la mesa que las organizaciones están juntando firmas para que la zona sea declarada como área protegida departamental. “Nosotros creemos que es importante que se conserve, al menos, tal como está. La primera etapa que hay que pasar es que el ministerio tome una decisión”, manifiesta.

Sin embargo, no puede dejar de mencionar que Punta Ballena no es “tan grande como otras áreas protegidas y sería muy fácil de conservar, incluso de llevar adelante medidas de restauración”. “Podría ser una especie de ícono para mostrar cómo deberían ser las cosas. No parece tan difícil llevar adelante algo así”, suma. Quizás este proyecto que generó malestar y preocupación en la población nos permita dar a conocer todo lo que podríamos perder –especies de flora, afectaciones a la fauna, posibles hallazgos científicos nuevos, historias personales pero también de nuestro planeta, acceso a espacios naturales y mucho más– para preservarlo. La decisión final la tiene el Ministerio de Ambiente.